2017
Una maleta llena de sueños, sus manos sembraron las semillas de la libertad que hoy nace.
Una maleta llena de sueños y esperanzas viaja en tren por todo un país devastado. Un hombre mayor mira por la ventana nostálgico. Piensa en el hijo que no volverá, que dio su vida por la libertad. Una niña se pregunta dónde está papá. Una madre entre lágrimas piensa que ya no lo verán jamás.
Un timbre traslada a la niña al patio de recreo lleno de olivos y flores en el que bailaba al son de los himnos que los pájaros cantaban, hasta que esa dulce melodía fue ahogada por un disparo. El profesor que le enseñó a apreciar a Lorca y Machado, cuando apenas sabía leer, yacía en el suelo, al lado un señor de verde que nunca olvidaría.
Ese timbre era la llegada a su nuevo hogar, un sitio desconocido.
Miles de personas los esperaban en una estación que lloraba. Todo el mundo se abrazaba, no existían los orígenes, ahí todos eran hermanos, todas habían perdido la libertad.
Al llegar a su nueva ciudad se instalaron donde pudieron, al lado de un río seco.
El anciano cogió barro con sus manos llenas de callos después de una vida entera trabajando en los campos andaluces. Improvisó una pequeña chabola para ellos tres en pocas horas, antes de que anocheciera, para evitar que los hombres de verde la destruyeran a patadas.
Las lágrimas de la niña sirvieron para volver el agua al río. Las gotas regaron las flores e hicieron que volvieran a nacer. La niña al escuchar, otra vez, la sintonía de los pájaros sonrió.
Esa sonrisa ha hecho despertar la democracia. Un país acogedor ha hecho que la libertad renazca de las cenizas y vuelva a florecer.
Esa sonrisa se ha contagiado, donde antes sólo había llantos desesperados ahora hay risas y de nuevo ilusiones.
El abuelo ya no está, pero sus manos sembraron las semillas de la libertad que hoy nace.
Ivan Expósito Sánchez
Militant JERC Terrassa
@IvanExpsito
Anònima/1936-1939. Refugiados de la Guerra Civil Española